viernes, 20 de abril de 2018

¿Existe realmente la agricultura de residuo cero?

Los productos fitosanitarios y sus residuos causan mucha aprensión al consumidor medio, que da por hecho que están presentes en todos los alimentos vegetales. La existencia de límites legales, como el Límite Máximo de Residuos (LMR), no parece convencer: muchos dirán que el mejor fitosanitario es el que no existe.


Cultivando el Medio Ambiente
Redacción: Caridad Calero.

Galletas con 0 azúcar, yogures 0,0 materia grasa, cerveza 0,0; está visto que el número cero tiene mucho tirón en el mundo del marketing de alimentos, sobre todo en aquellos alimentos procesados que vienen envueltos en vistosos paquetes. Con las frutas y verduras no suele ocurrir, quizás porque a menudo se venden a granel y porque el consumidor las presupone sanas…si no fuera por los fitosanitarios, la bestia negra de los quimiofóbos.

Justo los mismos que ven a la agricultura ecológica como la única opción para evitar los productos fitosanitarios de síntesis, ya que la protección de cultivos se basa en la prevención -lo cual suele implicar menores rendimientos- y en una escasa lista de productos fitosanitarios de origen natural que está permitido utilizar, como son los compuestos de cobre o azufre, las piretrinas y los derivados de la bacteria Bacillus thurigiensis. Estos métodos naturales de lucha no siempre son todo lo efectivos que quisiera el agricultor: una plaga mal dada puede arruinar una cosecha entera sin pueda hacerse gran cosa para solucionarlo. Por cierto, estos productos utilizados en Agricultura Ecológica, aun siendo naturales, están sometidos al mismo control oficial que los de síntesis.

Existen también alimentos producidos mediante Sistemas de Producción Integrada, un punto intermedio entre la agricultura intensiva convencional y la ecológica. Estos son algo más asequibles al consumidor, porque el agricultor dispone de más herramientas para enfrentarse a las plagas: medidas preventivas, medios mecánicos, lucha biológica y en última instancia los productos fitosanitarios. Pero el consumidor urbano, sigue sin querer comprar nada con productos fitosanitarios y los grandes distribuidores de frutas y hortalizas, conscientes de ello, han ido exigiendo a los agricultores unos niveles de residuos cada vez menores, muy por debajo de los propios LMR.

Los Límites Máximos de Residuos (LMR) reflejan principalmente si el agricultor ha aplicado correctamente el producto fitosanitario.No son exactamente límites toxicológicos, pero toman como referencia los efectos perjudiciales en el ser humano y establecen un amplio margen de seguridad, que los sitúa muy por debajo (del orden de 100 veces) de los límites toxicológicos aceptables.

Y así es como surge el vistoso término de agricultura de “Residuo Cero”,basada en normativas comerciales de carácter privado, cuyo cumplimento es controlado por empresas certificadoras.

Se trata de una agricultura casi ecológica, pero que se guarda un as en la manga: puede utilizar fitosanitarios sintéticos, pero solo al inicio del cultivo, para que no queden residuos en el momento de la cosecha. Recurre a bioestimulantes, productos que buscan reforzar la inmunidad natural de las plantas y métodos de lucha biológica contra las plagas.

La agricultura de Residuo Cero se basa en un sistema de gestión que permite producir alimentos, especialmente frutas y hortalizas de consumo fresco, sin residuos de fitosanitarios. Consideran que no hay residuos cuando la materia activa del fitosanitario se encuentra en una determinación analítica por debajo de 0.01 ppm (partes por millón) o 0.01mg/kg.

Esta cantidad – 0.00000001- se acerca mucho a cero, pero ¿será lo suficientemente baja? ¿cuántos ceros hacen falta detrás de la coma para convencer a quien no quiere productos fitosanitarios?.

Considerando que una sustancia activa, o los residuos derivados de ella puede detectarse y cuantificarse sólo si los laboratorios disponen de medios para hacerlo con una certeza aceptable, puede ocurrir que una muestra dé hoy negativo, pero dentro de unos años métodos más precisos puedan detectar la presencia de cantidades infinitesimales de fitosanitarios. ¿Dónde ponemos el límite entonces?