La UCAM ya investiga el uso de insectos como fuente de alimento por sus beneficios para la salud y el medio ambiente.
14.01.2018 | 09:20
Superada la primera mueca de asco, hay que abrir la mente y, por qué no, los sentidos, para adentrarse en el mundo de la alimentación elaborada a base de insectos y gusanos. Un hábito muy extendido en otros países, como Tailandia, que es el mayor proveedor mundial, y al que ya se han apuntado estados europeos, como Bélgica, Francia y Reino Unido.
La normativa de la UE permite su uso para comidas para humanos desde el 1 de enero, pero mucho antes su consumo ha sido defendido por el organismo de Naciones Unidas para la Alimentación, la FAO, como medida contra el hambre.
Quienes defienden el uso de los insectos y gusanos, destacan sus valores nutricionales, no sólo comparables, sino que exceden, al de los alimentos ´tradicionales´. Por ejemplo, la harina de grillo tiene más vitaminas, minerales y aminoácidos que la de cereales. Su porcentaje de proteínas es del 65% y tiene 10 veces más vitamina B12 que el salmón. Además, es tres veces más rica en hierro que las espinacas y dos veces más en calcio que la leche.
Desde 2013, la cría de insectos ha despertado un gran interés en Europa, debido a la necesidad imperiosa de encontrar nuevas fuentes de proteína animal de alta calidad. Aquí es donde se enmarcan los dos proyectos puestos en marcha por el grupo de investigación ´Tecnología del procesado industrial y culinario de alimentos´ de la Universidad católica UCAM, que dirige Luis Tejada, y la empresa murciana Entomo AgroIndustrial.
«El uso de insectos como fuente de alimento no solo tiene beneficios ambientales, sino también beneficios para la salud», explica el vicedecano de Nutrición, Tecnología de Alimentos y Gastronomía de la UCAM, José María Cayuela.
Los insectos tienen un alto grado de conversión en una amplia variedad de fuentes de materia orgánica; su producción implica una menor producción de gases de efecto invernadero; producen proteínas de alta calidad; su impacto ambiental es menor; y requiere menos espacio, argumenta el vicedecano.
MÚLTIPLES USOS
Estos insectos pueden alimentarse de materia orgánica y ´fabricar´ productos de alta calidad como proteínas (para uso en alimentos), grasas (detergentes, aceites industriales), quitina (purificación de agua, agricultura, industrias química y farmacéutica) o sustratos con capacidad de fertilización. Además, se utilizan para reducir el volumen de residuos, reducir significativamente los costes de transporte y generar productos de valor añadido. «Este proceso ha dado a los insectos un inmenso potencial innovador para reconectar las diferentes esferas de la industria agroalimentaria y la cadena alimentaria», defiende Cayuela.
INICIATIVAS Y TIEMPOS
Dos son los proyectos en marcha: uno centrado en el uso de insectos para la elaboración de alimentos para humanos, como pan, bizcocho y pasta; y otro, denominado VALORAGRIN, cuyo objetivo es sacar provecho a los residuos alimentarios para la producción de harina de insectos y sus derivados con destino a comida para animales.
«Los residuos alimentarios a lo largo de la cadena de suministro se han estimado en aproximadamente 89 millones de toneladas o 180 kilos per cápita al año, y se espera que aumente a unos 126 millones de toneladas al año para 2020, a menos que se tomen medidas urgentes», explica Diego Amores, fundador y gerente de Entomo AgroIndustrial. En este proyecto, además, participan otras cuatro empresas de la Región.
El reprocesamiento biológico de residuos orgánicos es un concepto clave en el uso de insectos y sus derivados en la alimentación animal. «Los insectos no sólo proporcionan la posibilidad de extraer proteínas de los residuos, sino también permitir una reducción significativa de dichos residuos. Se ha demostrado que las larvas de mosca pueden reducir la masa de residuos orgánicos hasta un 60% en 10 días», añade.
Mientras que en el proyecto destinado al desarrollo de alimentos a base de insectos para humanos esperan tener resultados en 3 o 4 meses, para VALORAGRIN habrá que esperar algo más. «Éste se desarrollará durante tres años: en el el primero estudiaremos en profundidad el ciclo de vida de los residuos; durante el segundo, se realizarán las pruebas piloto para valorar el rendimiento; y en el tercero se realizarán ensayos en acuicultura».
Entomo AgroIndustrial tiene como objetivo participar en cinco proyectos estratégicos en los próximos 10 años y cumplir su objetivo de construir diez fábricas, que procesen 200 toneladas de residuos por día, en los próximos cinco años, concluye Diego Amores.