martes, 27 de marzo de 2018

Sobre la enfermedad celíaca (I) / Sobre la enfermedad celíaca (II) / Sobre la enfermedad celíaca (III)

Los celíacos sufren episodios de dolor abdominal, diarrea y náuseas. La causa de estos trastornos es el consumo de alimentos elaborados con cereales que llevan gluten (trigo, cebada, avena).


CECILIO J. VIDAL MORENO. ACADÉMICO NUMERARIO DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS DE LA REGIÓN

I
Pero ¿es la alergia al gluten el origen de la celiaquía? No, en las alergias los alimentos no tolerados disparan respuestas inmunes adaptativas con efectos dañinos. En los celíacos, en cambio, los trastornos proceden de respuestas inmunes anómalas, que usan señales y rutas tanto de la inmunidad innata como adaptativa. En el celíaco, la suma de señales y respuestas dispara la producción de anticuerpos contra el gluten, pero también contra proteínas del intestino.
¿Es genético el origen de la celiaquía? La enfermedad tiene un fuerte componente genético; un 20% de familiares en primer grado padecen la enfermedad; 80% de los gemelos monocigóticos y un 10% de los dicigóticos también. Un 25%-30% de la población europea tiene predisposición genética a la celiaquía, pero sólo un 4% desarrollará la enfermedad a lo largo de su vida. La discrepancia se explica porque la celiaquía emana de factores genéticos, inmunes y ambientales. La celiaquía se incluye entre las enfermedades autoinmunes, aquéllas en las que el daño deriva de la producción de auto-anticuerpos que atacan a los propios tejidos. La susceptibilidad genética de los celíacos reside en los genes para los antígenos de leucocitos humanos (HLA), conocidos como HLA-DQ2 y HLA-DQ8. Versiones de esas proteínas son responsables de la unión de antígenos a las células inmunes.
Las anomalías en HLA-DQ2 y HLA-DQ8 son necesarias, pero no suficientes para que se desarrolle la celiaquía. Pero ¿por qué el gluten activa a las células inmunes? En el intestino, la proteína del gluten gliadina genera fragmentos que, tras la acción de una enzima, se fijan y activan a las células presentadoras de antígenos mediante proteínas de la clase HLA-DQ2 y HLA-DQ8. Los leucocitos así activados envían señales a otros tipos de células inmunes. Al final, un grupo de células B crea anticuerpos y otro grupo de células T produce citoquinas, que son unos mensajeros químicos que avisan a las células inmunes de la presencia de agentes extraños. La reacción inmune, exacerbada en los celíacos, lleva a la sobreproducción de citoquinas, a la inflamación del intestino, y finalmente, a la atrofia de las vellosidades intestinales.
Otro día les hablaré del probable papel de la flora intestinal en el desarrollo de la celiaquía (y en su eventual protección).

II
Para un celíaco, cada día representa un desafío para escoger alimentos y preparar comidas libres de gluten. El problema se reduce o desaparece con dietas sin gluten, pero el asunto no termina aquí. Un celíaco tiene mayor riesgo de padecer otras patologías, como diabetes, infertilidad, hipotiroidismo.... La curación de los pacientes pasa por aclarar el origen de la celiaquía: 1) un fallo genético 'interno'; o 2) una sucesión de fallos desencadenada por factores externos. La sangre extraída de personas en 1950 y la sangre de personas de género y edad parecida, pero extraída desde 1995 revelaron que, respecto al total de muestras, el número de celíacos había aumentado del 0,2% al 1%, o sea 5 veces en 15 años. Dicho aumento en tan poco tiempo muestra que en la celiaquía intervienen factores genéticos (en el ADN) y no genéticos. Lo demuestra el hecho de que entre los pueblos del norte de la India, los que toman alimentos elaborados con trigo, la cantidad de celíacos se acerca al 1%, una cifra mucho mayor que la de sus vecinos que consumen sobre todo arroz.
Parece pues que la ingesta continuada de alimentos con gluten favorece la manifestación de la celiaquía; todavía más, puede que la cantidad de pan en la dieta sea otro factor a considerar. Las personas diagnosticadas como potenciales celíacos suelen presentar fallos en uno o dos genes para las proteínas HLA-DQ. Los fallos afectan al 40% de la población mundial, los cuales tendrán propensión a la enfermedad. Pese a tan elevado porcentaje, lo cierto es que tan sólo un 1% de la población sufre celiaquía. Entonces, ¿por qué ciertas personas susceptibles sufren la enfermedad y otras, también susceptibles, se libran de ella? Las proteínas HLA-DQ residen en la membrana de las células T presentadoras de antígenos. En la membrana, HLA-DQ actúa como un receptor que regula las actividades de las células T, entre ellas su capacidad para distinguir entre las proteínas propias y las ajenas al propio cuerpo. Si el fallo en HLA-DQ no implica celiaquía necesariamente ¿qué otro(s) factor(es) lo hacen? A la contribución de factores genéticos e inmunes hay que sumar los factores ambientales. Las propuestas son muchas y variadas, pero será otro día cuando les comente los beneficios de la lactancia materna en niños susceptibles al gluten y el papel que desempeña la flora intestinal en la prevención (o el desarrollo) de la celiaquía.

III
La celiaquía emana de la confluencia de factores genéticos, inmunes y ambientales, pero ¿de qué factores ambientales? Casi seguro que la ingesta prolongada de alimentos con gluten favorece la celiaquía. Lo prueba el número creciente de celíacos en países de Asia que abrazaron la alimentación occidental ('fast food') en contra de la tradicional. Pero desde 1950, los nuevos hábitos alimentarios han modificado la naturaleza de la flora intestinal. El intestino humano alberga una población numerosa de microorganismos (la flora intestinal o microbiota), que en conjunto aportan un elevado número de genes (el microbioma). El microbioma es único para cada persona y parecido entre los miembros de una familia. La población microbiana de nuestro intestino será diferente de la de nuestros ancestros y responderá de modo distinto a los alimentos con gluten. El uso (y abuso) de antibióticos habrá afectado a la composición y número de organismos del intestino y, aunque el interés por la flora intestinal es reciente, se sabe que el microbioma es dinámico, cambiante con la edad y la dieta, y distinto en el intestino sano y patológico.
La interrelación dieta-flora microbiana repercute en la digestión, la absorción de nutrientes y el metabolismo. Puede, incluso, que la comunicación flora, dieta y sistema inmune contribuya a la obesidad, inflamación intestinal y celiaquía. Los pocos estudios realizados hasta ahora revelan diferencias entre la flora intestinal de personas sanas y celíacas, entre niños nacidos por vía vaginal o por cesárea, y entre los niños alimentados con leche materna y los que no. Si la alimentación materna puede proteger de la celiaquía, tal vez haya bacterias que protejan de la celiaquía y otras que la favorezcan. Todavía no se sabe con certeza si las diferencias observadas entre personas sanas y celíacas en la flora intestinal son causa o efecto de la celiaquía, pero lo cierto es que si los celíacos dejan de ingerir alimentos sin gluten dichas diferencias persisten.
Todas estas observaciones sugieren que la flora intestinal es uno de los factores (pero no el único) que favorece la celiaquía. Muchas preguntas quedan por aclarar sobre la celiaquía en los ámbitos de la genética y epigenética, la inmunología, las acciones de la inmunidad innata y la adaptativa, el papel de las bacterias comensales y patogénicas, la influencia de los probióticos, las condiciones del medioambiente...etc. Las respuestas darán paso a nuevas estrategias terapéuticas para suprimir o mejorar el estado de los celíacos.