miércoles, 20 de junio de 2018

El renacer renovable viene del campo: "Puse placas solares y ya casi no uso gasoil"

Agricultores y ganaderos aprovechan la bajada de la fotovoltaica para reducir el consumo de luz y de gasoil. Sin primas ni subvenciones, la instalación se amortiza en solo unos años.


Borja, un agricultor de Valladolid, ante su instalación fotovoltaica. (R. M.)
El Confidencial

Borja Vara está orgulloso. Este agricultor de 33 años de Ataquines (Valladolid) tiene un juguete nuevo. Desde junio pasado, sus 47 hectáreas en las que planta remolacha, cereal, colza y zanahoria usan la energía solar para extraer el agua del regadío. "Noto que el camión del gasoil ya viene muy poco por aquí", ironiza bajo la instalación fotovoltaica con la que riega. Estos paneles, diseñados inicialmente para zonas aisladas en países en desarrollo, se han convertido en España en la punta de lanza del renacer renovable. Sin subvenciones ni primas, ya es competitiva frente al gasóleo o una conexión a la red eléctrica alejada. Ganaderos y agricultores comienzan a instalarlos no por militancia ecológica sino por sentido económico.

Miguel Ángel Pérez es responsable de Zigor Corporación, con sede en Vitoria. Ellos son los fabricantes de la instalación que bombea el agua en el campo de Borja. "Estas instalaciones las desarrollamos para zonas sin electrificar de países en desarrollo. Las hemos puesto en pueblos pesqueros de Brasil o en instalaciones de ejércitos en Paraguay y Mauritania. Pero hemos visto que salen los números también en España en zonas aisladas, así que ahora nos lo piden para aserraderos, granjas de pollos, regadíos...".

Los paneles solares de la parcela de Borja suman una potencia de 100 kilovatios. Son cuatro filas de paneles paralelos en altura. En una pequeña sala, hay baterías capaces de suministrar energía durante 10 horas y un generador de diésel para completar las horas en las que no hay suficiente producción solar. El resultado es que desde que la puso su consumo de combustible ha bajado al 30%. "Ahora el 70% lo produce con la fotovoltaica y las baterías y el 30% con gasoil. Al precio que está en unos años los amortiza", explica Paco, el instalador y quien mejor conoce el montaje. "Esas placas están un par de grados mal puestas", reflexiona viendo la sombra. Hace un frío seco y el día es soleado. Es el ideal para la fotovoltaica, cuya energía mueve la bomba del pozo de la que extrae el agua.

Las cuentas dependen de cada caso. No es lo mismo una parcela en la que ya hay conexión eléctrica que una en la que el agricultor tiene que pagar un tendido eléctrico y un transformador. Pero todas las fuentes consultadas coinciden en que en la mayoría de los casos ya se amortiza en pocos años. La azucarera Acor, que tiene unos 5.000 cooperativistas, ha apostado por modernizar así sus regadíos. La remolacha de la que se obtiene el azúcar necesita agua y creen que las renovables son las que más pueden ayudar a bajar los costes, ya que fertilizantes y otras partidas están ya ajustadas.

Miguel Ángel Catalán, del servicio agronómico de Acor, explica "Tenemos un caso tipo en el que para 40 hectáreas de regadío con remolacha, colza, girasol y trigo, el coste de la instalación fotovoltaica saldría por unos 100.000 euros. Sin ayuda se recupera la inversión en 10 años. Incluso en menos". Está en la azucarera de la que sale un enorme humo y una ristra de camiones hacen cola para entregar la remolacha. "A los cooperativistas que quieren poner energía fotovoltaica, Acor les da un anticipo de 80 euros por tonelada de contrato y un adelanto a interés del 0% a diez años". Catalán cuenta que los agricultores ya no recelan de la tecnología, la han visto funcionar en campos de sus vecinos y saben que funciona. "El temor es a la Confederación Hidrográfica, a que haya problemas con las concesiones de agua, y más ahora que está siendo tan seco. Si no, habríamos visto muchas más instalaciones".

A unos kilómetros de allí, en Olmedo otra familia de agricultores ha puesto otro tejado con fotovoltaica. En este caso han añadido una balsa de riego para almacenar agua y un pequeño aerogenerador. Como está conectada a la red eléctrica, el exceso lo pueden vender y sacar algún dinero. Hay muchas combinaciones posibles: baterías para almacenar la electricidad, balsas para hacerlo con el agua, conectado a la red eléctrica, con generadores de respaldo... No son solo agricultores. Hay granjas de pollos, por ejemplo, que precisan gran cantidad de luz y ventilación constante que prefieren poner fotovoltaica y un generador de gasoil que pagar el tendido de la red hasta la instalación, ya que tienen que estar alejadas de núcleos urbanos. "Un día hubo un apagón y a una granja se le murieron 10.000 pollos. Si lo ponen fotovoltaica es porque saben que funciona".

Es allí donde la fotovoltaica ya es competitiva. Alberto San Mamés es director de proyectos de i-solagua, una empresa de ingeniería de Valladolid que se ha especializado en automatizar regadíos con renovables y alta tecnología. "Hay proyectos que se pueden amortizar en tres años, otros que en cinco y otros puede que en más, pero si comparas con el diésel, las cuentas salen. Si es contra la red eléctrica, depende. Pero al ritmo que va el precio de la luz, también". Los regantes tienen que pagar un término fijo de potencia al año muy alto incluso si solo riegan en temporada, así que desconectarse de la red les supone un gran ahorro.

Por eso el PP introdujo una enmienda en el Senado para que puedan cambiar ese término de potencia un par de veces al año. Esa era una reivindicación histórica de los regantes, que se veían obligados a pagar gran cantidad de dinero solo por estar conectados a la red incluso si solo regaban unos meses al año. Este cambio normativo puede afectar al 'boom' rural renovable. Al llegar el PP al poder dictó una moratoria a las primas de las renovables, que habían llegado a suponer 6.500 millones de euros al año. Con esa reforma, el sector dejó de instalar las grandes plantas fotovoltaicas y pasó a proyectos más pequeños y sin subvención que ahora empiezan a florecer por la bajada de costes de los paneles.

San Mamés señala que un problema es que el agricultor es "un poco anárquico". Si siempre ha regado a unas horas y con unos hábitos es difícil cambiarles la idea para que lo hagan de acuerdo con la producción solar, por ejemplo. En el caso de la fotovoltaica ahora riegan a menudo en las horas punta de sol, cuando lo habitual es hacerlo a primera hora de la mañana.

Borja, el agricultor que se ha pasado a la fotovoltaica, admite que eso es un cambio de hábitos. "El agricultor está acostumbrado a madrugar mucho y a estar en casa a la una. Si le cambias eso le cuesta a mucha gente. Yo lo llevo todo controlado en el móvil y sé lo que está haciendo". A sus 33 años él ha decidido dar el paso, pero admite que muchos con 60 no se embarcan. La falta de relevo en el campo es un problema añadido. Jorge Morales de Labra, director de Próxima Energía y experto en renovables, coincide en que hay un 'boom' en el campo. "El precio de los generadores diésel de segunda mano se está desplomando porque ya no los quiere nadie. No sirven para nada. Desde hace un año o dos en el campo hay un 'boom' y de fotovoltaica".