Este es un ejemplo más del increíble potencial que tienen los bioestimulantes microbianos, y más concretamente los microorganismos para su aplicación al mundo agrícola. Solo es cuestión de tiempo en que la aplicación de microorganismos beneficiosos (más allá de los ya conocidos y eficaces rizobios y las micorrizas) forme parte de la práctica habitual en las explotaciones agrícolas.
Daniel García-Seco Artículos científicos para no científicos
No es la primera vez que hablamos de las bacterias beneficiosas PGPR en este blog (en este enlace explico detenidamente lo que son), pero resulta que son una herramienta con un potencial, tan impresionante para la agricultura, que hay muchísimas aplicaciones que se descubren cada día y de las que hay que hablar (y no lo digo porque sea especialista en el tema, ¡je, je!). Además, durante los últimos años, todas las empresas del sector se han lanzado a investigar productos basados en este tipo de bacterias, no solamente por sus beneficios agrícolas y medioambientales, sino porque la normativa española ya tiene un marco legal (con el Real Decreto 999/2017 que regula los fertilizantes con microorganismos) y la europea saldrá los próximos meses.
Además, el cambio climático está produciendo sequías cada vez más largas y graves, por lo que los investigadores del sector tenemos que buscar herramientas para combatirlo. En este blog hemos explicado algunas nuevas investigaciones que se han llevado a cabo recientemente, como el uso de micorrizas (cuyo enlace puedes leer aquí) o del silicio (aquí puedes leerlo) o de precursores de la Trehalosa (aquí el enlace). Incluso os conté el estudio de las plantas de la resurreción.
En este caso quisiera explicaros una investigación canadiense que acaban de publicar en la prestigiosa revista PNAS en el cual han demostrado que ciertas bacterias pueden ser utilizadas para ayudar a las plantas a combatir la sequía.
¿Cómo lo han hecho?
Han estudiado los microorganismos que pueblan la rizosfera (la parte de suelo unido a la raíces de las plantas) y la bacterias que habitan dentro de las plantas (llamadas endófitas) de 30 plantas angiospermas (plantas con flor) en condiciones de sequía y en condiciones normales de humedad. Han identificado qué bacterias había en cada una de las condiciones y la abundancia de éstas. Esto conlleva un complicado trabajo bioinformático que se puede leer en el artículo original en este enlace.
En este análisis vieron que según la especie de planta, su rizosfera (y sus bacterias endófitas) tenían una población de microorganismos diferente. Y cuando se sometía a la planta a condiciones de sequía distintas, la planta seleccionaba microorganismos distintos para afrontar la sequía en mejores condiciones.
Además han identificado que un tipo de bacteria que vive en el interior de la planta, llamado Actinobacteria, se asocia a una resistencia a la sequía. Es decir, en las plantas que mejor se adaptan a la sequía, estaba siempre presente este tipo de bacteria. Esta bacteria se podría utilizar para aplicar a cultivos en peligro de sequía.
Conclusiones.
Este es un ejemplo más del increíble potencial que tienen los bioestimulantes microbianos, y más concretamente los microorganismos para su aplicación al mundo agrícola. Solo es cuestión de tiempo en que la aplicación de microorganismos beneficiosos (más allá de los ya conocidos y eficaces rizobios y las micorrizas) forme parte de la práctica habitual en las explotaciones agrícolas.
Las empresas que más inviertan en I+D+i en el sector serán las mayores beneficiadas.