Cebas-CSIC y UPCT ensayan, dentro del proyecto europeo 'Diverfarming', un modelo alternativo al monocultivo para combatir la erosión y mejorar el suelo.
Trabajos de plantación de los cultivos para diversificar las
fincas de Los Escuderos y Canteras. CEBAS-CSIC
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La Verdad Murcia https://bit.ly/2tyb9Ok
Sesenta investigadores de 8 países (España, Italia, Holanda, Reino Unido, Alemania, Suiza, Hungría y Finlandia) trabajan hasta 2022, codo con codo con empresas y agricultores, en el desarrollo de un modelo de agricultura viable, que se convierta en una alternativa medioambiental y económicamente beneficiosa y sostenible al monocultivo intensivo imperante. El objetivo de 'Diverfarming', que así se llama el proyecto europeo, es mejorar la calidad de los suelos, reducir el uso de insumos, aumentar la biodiversidad, tanto de la microbiota de la tierra como de la fauna (polinizadores y lombrices, entre otros) y de la flora en el entorno de los cultivos, al tiempo que se mantienen la productividad de los cultivos y los beneficios de los agricultores y se mejora la capacidad de resiliencia de la tierra al cambio climático y a sus efectos: erosión, pérdida de nutrientes y capacidad de almacenamiento de CO2.
Dentro de los proyectos de investigación Horizonte 2020 de la Comunidad Europea, este estudio inter y multidisciplinar -participan economistas, ingenieros, especialistas en ciencias sociales, agrónomos, ecólogos, biólogos y geógrafos- pretende «obtener evidencias de los cobeneficios de la diversificación agrícola adaptada a las condiciones locales en distintas regiones europeas. Se pretende analizar, cuantificar y monetizar el impacto de la diversificación agrícola en los servicios ecosistémicos y en la economía agrícola», cuenta Carolina Boix Fayos, investigadora del grupo de Conservación de Suelos y Aguas del Cebas-CSIC.
Coordinado por Raúl Zornoza, de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) y con la colaboración de Asaja y Disfrimur, el equipo del Cebas-CSIC se encarga de experimentar en una de las seis regiones edafoclimáticas europeas monitorizadas durante el proyecto, la del Mediterráneo. «El trabajo se realiza de forma paralela en los 13 casos de estudio y durante, al menos, tres ciclos de cultivo. Además de estos casos de estudio de nueva implantación, varios socios del proyecto, como el Cebas-CSIC, aportan 7 fincas experimentales de largo plazo donde han venido realizando prácticas de diversificación y bajo uso de insumos -fertilizantes, herbicidas, plaguicidas,...- en los últimos 10 años. Así, contamos con una masa crítica de datos de gran valor», detalla María Martínez-Mena, integrante del equipo del Cebas-CSIC, y se refiere a la experiencia en la finca Los Alhagüeces, de Zarzadilla de Totana (Lorca). «Allí, desde hace 10 años, el grupo de Conservación de Suelos y Aguas adoptó prácticas de manejo sostenible en un cultivo de almendros de secano. Se plantaron cubiertas verdes de veza -una leguminosa que fija nitrógeno en simbiosis con una bacteria, requiere muy poca agua, evita el crecimiento de otras malas hierbas y se puede vender como forraje- y cebada entre el arbolado, y se redujo al mínimo la labranza». Precisamente esta experiencia les ha permitido obtener datos de erosión, calidad y fertilidad de suelo, así como de productividad de la cosecha durante una década, datos fundamentales para 'Diverfarming', y que, «en nuestros suelos de secano, con unas condiciones medioambientales de elevada fragilidad, los cambios se producen de manera lenta, lo que exige un trabajo paciente y continuado en busca de evidencias científicas sobre la respuesta de los suelos, la cosecha y el ecosistema a las nuevas prácticas de manejo», aclara María Almagro, investigadora del Cebas-CSIC y actualmente en el Basque Centre for Climate Change del País Vasco (BC3).
También en la Región, el Cebas-CSIC y la UPCT trabajan en otras dos fincas colindantes. En Los Escuderos, en Cabezo de la Plata (Murcia), han diversificado el cultivo de almendros con la plantación, intercalada entre las filas de almendros, de tápena ('Capparis spinosa'), para la industria alimentaria, y el cultivo de tomillo de invierno ('Thymus hyemalis'), para la comercialización de aceites esenciales y, las hojas, como condimento alimenticio. La segunda finca, Las Canteras, es un regadío de cítricos que se va a ensayar con dos diversificaciones: una con veza y cebada, en primavera, y haba, en otoño, y, en ciclos de tres años, el segundo los cítricos se alternarán con plantaciones de colleja (febrero-abril, comestible), verdolaga (mayo-julio, un superalimento) y cardo (octubre-diciembre, comestible); y, el tercer año, con rotaciones de caupí (mayo-agosto, leguminosa con alto contenido en proteínas) y rúcula (octubre-enero, comestible). Igualmente, explica la investigadora Elvira Díaz Pereira, «en los caballones de los cítricos se plantará un césped permanente de veza y cebada». Estas cubiertas verdes, añade, «actúan como un 'abono' natural que enriquece el suelo en carbono y nitrógeno (muchas de estas plantas lo fijan)», detalla Díaz Pereira, del grupo de Conservación de Suelos y Agua del Cebas-CSIC.
Estas diversificaciones permiten, por un lado, «evitar algunos de los problemas que está causando el monocultivo imperante, como la eutrofización de acuíferos, ya que se usan menos insumos, y se encamina a la agricultura hacia modelos más diversificados, que trabajen con la naturaleza, imitándola en su biodiversidad, y contribuyendo a crear paisajes agrícolas más ricos, más resilientes a las plagas, a las malas cosechas y a la dependencia económica de los agricultores de un solo cultivo», explica Joris de Vente, otro investigador del Cebas-CSIC. Y añade que en España también tenemos zonas de estudio en el olivar, a cargo de la Universidad de Córdoba, y en campos cerealísticos, a cargo de la Estación Experimental del Aula Dei, también del CSIC.
El efecto de la diversificación agrícola también se produce sobre el paisaje, que, con un agroecosistema más diverso, redunda en un entorno más verde, más colorido y lleno de olores que atraen a polinizadores e insectos beneficiosos. Además, se produce un efecto en cadena con la mejora de la calidad de los suelos, de su capacidad de retener agua y nutrientes y de su papel como sumidero de carbono, los dota de mayor estabilidad y resistencia frente a la erosión y permite que se adapten mejor a las condiciones del cambio climático e incluso lo mitigan.
Para comprobar cómo afectan estos cambios de modelo en la erosión, los equipos de investigación medirán a lo largo de, al menos, tres años la escorrentía y el sedimento que se genera tras cada tormenta en parcelas de erosión tanto en los sistemas diversificados como en los monocultivos para evaluar la efectividad de esas prácticas en el control de la erosión y la pérdida de nutrientes.
Igualmente, los diferentes equipos investigadores monitorizarán la capacidad de retención de agua del suelo, su estructura, la dinámica de nutrientes, el carbono, la biodiversidad microbiana y de lombrices y el crecimiento, calidad de la cosecha y valor nutricional de las plantaciones para extraer conclusiones que permitan exportar estos modelos a otras explotaciones agrícolas que actualmente se desarrollan en monocultivo. «Pretendemos generar unas condiciones en las que los suelos estén más preparados para superar largas temporadas de sequías y estén más protegidos contra la degradación, al tiempo que puedan paliar inundaciones que van a aumentar con el incremento de los eventos extremos previstos, generando barreras naturales y reteniendo e infiltrando mejor el agua en los propios suelos».
Y, resume Boix Fayos, «esperamos obtener un control de la erosión que redundará, en beneficio local, en una mayor fertilidad del suelo y, en beneficio regional, evitando la llegada de más sedimentos a los cursos fluviales», añade Boix Fayos.
Además, apuntan, los agricultores verán reducidos los costes de producción, ya que entre los objetivos está reducir a cero el uso de insumos y ajustar la dosis mínima de agua necesaria sin afectar a la cosecha, y diversificadas sus fuentes de ingresos, al contar con cosechas de otros productos para sacar beneficios de su venta. «'Diverfarming' busca integrar y aumentar la biodiversidad de los paisajes agrícolas logrando un equilibrio entre la optimización de los servicios ecosistémicos de la agricultura y los beneficios económicos para el agricultor».