Una empresa malagueña, respaldada por La Mayora, diseña un sistema de depuración para reutilizar estos recursos para el riego.
Mercedes Romero en el invernadero de la estación experimental donde se ha llevado a cabo parte del estudio agronómico. |
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RAQUEL GARRIDO
La depuración puede llegar a ser una fuente de recursos hídricos inagotable. Sin embargo, hoy en día la realidad es que, una vez que las aguas residuales son tratadas, acaban directamente en el mar sin que sean aprovechadas. Eso en una zona como la provincia de Málaga, donde el agua escasea como un mal endémico y donde los cíclicos periodos de sequía lo agravan aún más, es algo que urge resolver y una empresa de ingeniería de agua malagueña, respaldado científicamente por instituciones como la Estación Experimental La Mayora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y otros centros de referencia científica europeos, ha puesto la solución encima de la mesa para que la reutilización de estas aguas sea la principal garantía del futuro de la agricultura.
La empresa Bioazul, con sede en Málaga, hace años que trabaja para poner a disposición la tecnología que se precisa para que eso sea posible y, de hecho, se ha demostrado gracias al llamado proyecto Richwater, que arrancó en febrero de 2016 y que tiene su claro reflejo en la estación depuradora de aguas residuales de Algarrobo puesta en marcha hace ahora justo un año.
Allí, se ha probado la solución diseñada por Bioazul con resultados que evidencian que es perfectamente compatible el uso del agua regenerada con el riego y desarrollo de especies como el tomate, el mango y el aguacate. La tecnología innovadora que ha hecho posible algo así combina un tratamiento eficiente del agua residual mediante un bioreactor de membrana que se incorpora en el módulo de tratamiento y una estación de mezcla para obtener el binomio óptimo de agua y nutrientes.
La diferencia con respecto a los sistemas de depuración convencionales, explicó a este periódico el director del proyecto y uno de los promotores de la idea en Bioazul, Rafael Casielles, es que "estos están orientados a quitar los nutrientes, mientras que la tecnología de Richwater está concebida para conservarlos". Es decir, mantiene macronutrientes esenciales para las plantas, como los nitratos, fosfatos y potasio necesarios para el desarrollo de las plantas y elimina los patógenos.
Eso se consigue gracias a que esta novedosa membrana tiene unos poros de dimensiones más pequeñas que permiten una ultrafiltración al no dejar pasar las bacterias presentes en las aguas residuales, principalmente la Escherichia coli, y los nemátodos, los dos parámetros microbiológicos que el real decreto de reutilización de agua regeneradas 1620/2007 obliga a controlar.
Pero a pesar de que el marco legal para aprovechar estos recursos existe, Casielles aseguró que "hay reticencias por parte de los usuarios y eso era también un reto a la hora de diseñar esta tecnología". De hecho, la idea surgió cuando esta empresa de ingeniería de agua vio la reutilización "como un mercado de ocasión en una situación de escasez en esta zona y como una realidad que se irá agravando con el tiempo", añadió.
Y es que Richwater no es sólo tecnología de tratamiento -ya testada- sino que además está integrado a un sistema de riego que permite un mayor control sobre el uso del agua y los nutrientes, de tal forma que mediante sensores y estimaciones sobre analíticas previas en el agua se mide la cantidad de nutrientes que hay y el sistema está automatizado para añadir lo que le falta en base a la necesidad de cada cultivo.
La razón de que se eligiera la depuradora de Algarrobo para probar esta tecnología con la colaboración de la empresa pública Axaragua hace ya un año fue porque, por un lado, la Axarquía es la principal exportadora de subtropicales -convertido en uno de los principales motores económicos de la agricultura malagueña- y, por otro, es una zona que sufre habitualmente problemas de escasez de agua por la falta de precipitaciones y la elevada demanda precisamente para el riego.
Es justo en una parcela ubicada enfrente, cedida por el Ayuntamiento del municipio, donde los investigadores de la estación experimental La Mayora han llevado a cabo parte del estudio agronómico, donde se han usado sensores de suelo que permiten hacer seguimiento del cultivo tras regar con agua regenerada o agua convencional en distintas parcelas experimentales.
Mercedes Romero pertenece al departamento de Mejora Genética y Biotecnología de La Mayora y es la investigadora encargada de dirigir este proyecto. Los resultados obtenidos no dejan lugar a dudas de las ventajas que ofrece la reutilización de estas aguas, al menos en el tomate donde ya se ha completado la investigación.
Lo que se ha hecho en ese caso, y se está haciendo en el mango y aguacate, es un estudio comparativo de la composición del agua de referencia que llega desde el embalse de La Viñuela y la resultante tras el tratamiento con la nueva tecnología. Romero señaló que el modo de saber cómo afecta a la planta según el agua que se usa es "decapitar la hoja y el fruto para analizar la savia del tomate. Y la conclusión más reveladora es, contó, que "hemos visto que los metales pesados se quedan en la hoja sin llegar al fruto y que tiene menos cuando se riega con agua regenerada que cuando se hace con agua del pantano y fertilizantes".
Y es que una cosa importante que no piensa la gente, dijo la investigadora de La Mayora, es que "los elementos minerales que llevan las aguas regeneradas son puros, mientras que no lo son los que componen los fertilizantes que se compran para el riego".
El estudio científico llevado a cabo ha determinado también que no afecta al desarrollo de las plantas ni a la calidad fisiológica de las raíces del tomate. Esos resultados están ya probados.
"El agua no se puede fabricar y no queda otra que darle vueltas porque tecnología hay para ello", indicó la investigadora. De hecho, el 99% del agua residual regenerada se usa para el riego en Murcia, o en otros lugares del mundo también afectados por la falta de recursos hídricos como California o Israel. Máxime cuando el agua regenerada está sometida a "unos controles tremendos precisamente para evitar problemas sanitarias", añadió.
En el caso del aguacate y el mango se está empezando y se prevé que el proceso sea más largo porque tienen ciclos distintos. Ahora los árboles están en macetas para el análisis del drenaje y el siguiente paso sería el de llevarlos a suelo.
Pero todos estos avances podrían caer en saco roto si, como parece, el proyecto Richwater se queda sin financiación justo ahora. La Diputación de Málaga es, de momento, una de las instituciones que se ha mostrado dispuesta a apoyar la iniciativa. La diputada de Medio Ambiente y Promoción del Territorio, Marina Bravo, aseguró que "estamos muy interesados en el proyecto porque no es desorbitado lo que necesitan para seguir, y con esos resultados obtenidos ya se podría extrapolar a otras zonas de la provincia tan necesitadas de agua y apostar por la economía circular dejando descansar los recursos tradicionales para otros usos".