Enso Sushi eleva significativamente el cuidado de detalles en la sala, junto a una propuesta de cocina japonesa de gran nivel
El chef Patricio Alarcón, con materia prima de alta calidad para una velada exquisita. / |
La Verdad de Murcia https://bit.ly/2YpY0TN
Si la rotación de platos en el restaurante Enso Sushi fuese constante, es decir, si Patricio Alarcón, chef ejecutivo del grupo -Murcia, Alicante, Los Belones y Mercado de Correos-, metiese con asiduidad platos nuevos en la carta, con bastante probabilidad, el local de comida japonesa pionero en la Región hubiese recibido más reconocimientos de los que ha cosechado, a pesar de que su carrera esté siendo exitosa entre el gran público, que es lo que más importa. Pero la carta de Enso Sushi ha cambiado poco desde que abriera sus puertas y continúa ofreciendo una cocina nipona deliciosa en un entorno íntimo y delicado, con un precio medio que puede llegar hasta los 65 euros sin mucha dificultad.
La comida en Enso Sushi es impecable. El servicio de sala, francamente mejorado, si cabe, al de otras visitas pasadas, redondea una experiencia de un alto nivel.
Antes de empezar
La temperatura de la sala, la iluminación, el volumen de la música, etc. hace que desde antes de echarte una bolita de arroz con pescado crudo a la boca, ya estés disfrutando. Además, cumple con uno de los mejores inicios que puede ofrecer un local de comidas: con un 'chupito' de pisco sour y una cucharadita con crema de salmón, gentileza de la casa.
Mi comanda en los restaurantes japonenses suele ser siempre la misma; unos cortes de sashimi del pescado que me recomiende el chef, uramakis o futomakis -casi nunca temporizados-, un buen número de niguiris variados y un final a base de gindara -bacalao negro cocinado en kamado (horno de brasas) con miso blanco-. En esta ocasión pido el toro -ventresca de atún- en tartar en vez de en sashimi y viene acompañado por unas huevas de pez volador con wasabi, unos daditos de aguacate, siso picado y una salsa a base de cítricos que resulta adictiva, perfectamente equilibrada para conseguir uno de los tartares de atún más recomendables del panorama murciano.
La temperatura de la sala, la iluminación, el volumen de la música, etc. hace que desde antes de echarte una bolita de arroz con pescado crudo a la boca, ya estés disfrutando. Además, cumple con uno de los mejores inicios que puede ofrecer un local de comidas: con un 'chupito' de pisco sour y una cucharadita con crema de salmón, gentileza de la casa.
Mi comanda en los restaurantes japonenses suele ser siempre la misma; unos cortes de sashimi del pescado que me recomiende el chef, uramakis o futomakis -casi nunca temporizados-, un buen número de niguiris variados y un final a base de gindara -bacalao negro cocinado en kamado (horno de brasas) con miso blanco-. En esta ocasión pido el toro -ventresca de atún- en tartar en vez de en sashimi y viene acompañado por unas huevas de pez volador con wasabi, unos daditos de aguacate, siso picado y una salsa a base de cítricos que resulta adictiva, perfectamente equilibrada para conseguir uno de los tartares de atún más recomendables del panorama murciano.
Niguiris
El sashimi lo pido de salmón, de la parte más grasa, y de corvina, ambos con un corte elegante a la par que contundente. Seguidamente, un delicioso atún picante con una mahonesa de kimchi a modo de salsa y un relleno crujiente de la parte de la piel del pepino en el que es, sin duda, uno de los bocados que cualquiera podría comer sin parar hasta el día del Juicio final.
Los niguiris son una delicia. Los recibo con el arroz aún tibio, recién hecho, con una textura perfecta. De forma alargada, preciosos, y absolutamente equilibrados en sabor. Excepto el de trufa, que podría mejorar por llevar un denostado aceite artificial de trufa y una lámina del hongo en conserva, el resto es de un gran nivel. Además de animaros a que probéis la gindara, intentad que os hagan, para terminar la experiencia, un par de bocados especiales de la casa -a 4,50 euros-. En mi caso es a base de salmón 'sopleteado' y en tartar, con una lámina de vieira y diminutos gránulos de tempura, por un lado y, por otro, de atún, anguila, naranja y foie con salsa kabayaki y Pedro Ximenez. Ambos para perder la cabeza por buenos.
Los postres en los restaurantes japoneses no suelen ser el fin de fiesta que uno espera. Un poco de sake, tal vez, o uno de los mejores gin tónics de la capital gracias a los hielos que utilizan puede ser un buen punto final en el restaurante de cocina japonesa que comenzó con esta corriente gastronómica en Murcia y que hoy en día se ha convertido en la cuna del sushi.
El sashimi lo pido de salmón, de la parte más grasa, y de corvina, ambos con un corte elegante a la par que contundente. Seguidamente, un delicioso atún picante con una mahonesa de kimchi a modo de salsa y un relleno crujiente de la parte de la piel del pepino en el que es, sin duda, uno de los bocados que cualquiera podría comer sin parar hasta el día del Juicio final.
Los niguiris son una delicia. Los recibo con el arroz aún tibio, recién hecho, con una textura perfecta. De forma alargada, preciosos, y absolutamente equilibrados en sabor. Excepto el de trufa, que podría mejorar por llevar un denostado aceite artificial de trufa y una lámina del hongo en conserva, el resto es de un gran nivel. Además de animaros a que probéis la gindara, intentad que os hagan, para terminar la experiencia, un par de bocados especiales de la casa -a 4,50 euros-. En mi caso es a base de salmón 'sopleteado' y en tartar, con una lámina de vieira y diminutos gránulos de tempura, por un lado y, por otro, de atún, anguila, naranja y foie con salsa kabayaki y Pedro Ximenez. Ambos para perder la cabeza por buenos.
Los postres en los restaurantes japoneses no suelen ser el fin de fiesta que uno espera. Un poco de sake, tal vez, o uno de los mejores gin tónics de la capital gracias a los hielos que utilizan puede ser un buen punto final en el restaurante de cocina japonesa que comenzó con esta corriente gastronómica en Murcia y que hoy en día se ha convertido en la cuna del sushi.